martes, 18 de diciembre de 2012

Entretenida

En el living pintado de rosa y decorado con fotografías del Riachuelo en la década del 20 zumba agradablemente el aire acondicionado y la luz del atardecer que filtra un cortina cremosa realza el color adormecido de los ojos de Eva, vestida como lánguida valquiria, con las piernas recogidas en el sofá de cuero color champaña, ante una mesa ratona que soporta ejemplares de Viva, Veintitrés, Gente, Mancilla, sosteniendo ante la vista un cuaderno de tapas duras donde suele anotar frases como "los judíos, los asesinos de los judíos, las víctimas de los judíos" o "un territorio en disputa: negros, narcos, palestinos". Un temblor sonriente recorre en lapsos de dos segundos la comisura  izquierda de su boca cruel, porque acaba de recibir noticias de Lisandro: hay una fiesta. Deja que su mente recorra su placard para imaginar qué se va a poner. ¿Sexy discreta? ¿Intelectual seria? ¿Intelectual frívola? ¿Rockerita? ¿Conchetita? ¿Despampanante? Se regodea con sus amplios pechos a la vista entre tabloides de Filosofía, amargas, emputecidas por la vida en los grados inferiores de la carrera académica, y ella como una puta en Tinelli frotándose contra la bragueta del anfitrión y por fin Estela poniendo los ojos definidamente en ella, con odio, odio que no tarda en convertirse...Justo suena el celu, atiende, es la madre: borracha de nuevo. Papá nos dejó, nos dejó, solloza. No, mami, ya va a volver, recita Eva. El uniforme, crepita, planchadito sobre la cama, esperándolo, hasta las cuatro, y entonces me doy cuenta de que no llega, ¿entendés, no está, no llega, nadie sabía nada, los hermanos, los amigos, todos inútiles. Es un trabajo, mami, desliza Eva. El trabajo es la familia y la familia es la inmortalidad, siempre lo decía, te acordás, nena, y ahora...Recostate, mami, tratá de dormir un poco. ¿Esta Marga? Su madre farfulla confusamente y entonces un firme acento paraguayo se hace cargo de la comunicación. Marga, ya te dije que no la dejes tomar tan temprano, reprende suavemente. No señorita, si la señora salió cuando yo estaba ocupada, tengo bajo llave todos los licores, y volvió así, qué bárbaro, ya no la voy a poder dejar salir. No tanto, no tanto. Tratá de que no me llame, de que descanse, entendés. Un poco más de conversación y ya siente cumplido su deber de hija. Hojea un par de revistas: lo mismo de siempre. ¿Alguna vez va a cambiar algo? Siente que es la misma historia desde su nacimiento, siente que la democracia se estira demasiado y todavía no hay muchos insatisfechos como ella. Una poderosa transmutación de todos los valores, eso ansía, anotado en su cuaderno. Faltan dos días para la fiesta, entonces algo se va  a definir, y con los ojos de Estela en gigantografía empieza a masturbarse.

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