viernes, 28 de diciembre de 2012

Una navidad de cohetazos

Demasiado adultos para Papá Noel, lentamente envenenados por los excesos de alcohol y grasas, más arrugados, ojerosos, pelados o cetrinos que el año anterior, viendo en los parientes los mismos cambios que ellos ven en nosotros, aturdidos por explosiones múltiples y simultáneas, mirando como bobos la floración  del cielo, incapaces de bancar un minuto más a ese cuñado que putea contra el cepo, soñando con un tiro al blanco con efigies de Melconian y López Murphy, totalmente inconscientes de haber sobrevivido a un período calamitoso para la economía, comprobando escandalizados el incremento del precio de la pirotecnia, optando por una mejor marca de sidra, imposibilitados de llegar al baño a tiempo, asombrados ante la pregunta del menor de los parientes, con la cabeza vacía de la siguiente línea de la canción, borrachos, con la panza presionando contra el cinturón, a punto de explotar, la clase media porteña, llamada en otras épocas gente decente, celebra otro natalicio de Nuestro Señor Jesucristo con un registro tenue de los desastres cometidos por los siempre denominados negros de mierda en varias zonas del país, y no hablemos de intención política porque la gente decente está más allá de la política: ha llegado al estado en que se constatan diferencias sociales como rasgos fisionómicos.
Escuchemos otra vez a la Presidenta y pasemos por alto estas últimas palabras.

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