lunes, 10 de diciembre de 2012

Preparativos para la invitación

Detrás del mostrador del Ministerio, con una remera nueva, Estela repasa en su cabeza los pasos planificados. La movida no deja de ser audaz, teniendo en cuenta que pocas veces han cruzado palabra y que él la puede tomar como un gesto extravagante o, lo que es peor, confianzudo, o puede, incluso si no es así, no sentir el menor interés. Para que no parezca tan extraño, Estela ya invitó a dos chicas insignificantes que tienen trato con Pablo; entre gorjeos aceptaron entusiasmadas, a tan pocas fiestas van. Estela, sin embargo, se siente identificada con ellas, sentimiento que se esfuerza en este momento en reprimir. Faltan diez minutos para que Pablo salga y si sale con Leticia da igual; la va a ignorar y se va a dirigir a él como si estuviera solo. ¿Pero eso no parecerá más loco aún? Las torturas reunidas de la timidez y la duda sobre la propia salud mental atenazan a Estela. ¿Por qué es tan difícil cumplir un deseo, dar el primer paso, poner la cara? ¿De dónde sale tanto miedo al rechazo? Está segura de que Leticia ni siquiera lo pensaría dos veces en su lugar. Con gracia inimitable y una sonrisa de protagonista, lo encararía y lo convencería, lo usaría y lo tiraría. Si es que ya no lo hizo. Haciendo memoria, hace ya una semana que no salen juntos. Este puesto de mierda, en el que una no se entera de nada. Seguro que Nati y Estefi lo saben, hay que sonsacarlas.Ojalá él, puro, haya retrocedido ante los movimientos ondulantes que se iban acercando de ella, con su vestido amplio y los senos erectos, ojalá haya balbuceado en su confusión que para nada, que él nunca pensó...Un gil llega, le dice algo, lo acredita sin prestar atención. El tipo se va con una mirada ceñuda, todos tienen apuro, todos tienen problemas acá. Nadie se fija en los problemas de una.¿Qué va a hacer con Lisandro? Está habituada a él, pero lo cierto es que hace tiempo que no lo quiere. Pero todo parece ir tan bien, bien no, tan normal.... La normalidad es la almohada ni dura ni blanda que sostiene el continente de los sueños. Sin ella, solo queda la dureza de la cruda realidad. Estela siente que la almohada toma vuelo, se escapa de entre sus brazos que aferran una parte de la funda, la ley de gravedad parece haberse invertido solo para la almohada y la fuerza que tira para arriba es indomeñable, pero ella también quiere volar, volar de verdad, junto con las mariposas y las palomas cuya caca decora todas las cornisas del centro, le gustaría cagar más alto que nadie, para...Otro gil, ¡cómo abundan! Cinco minutos para que salga Pablo. Le gusta su camisa verde que acentúa la invalidez de sus hombros. Ojalá la haya traído hoy. Hay demasiados subjuntivos en mi cabeza, piensa ahora con útil frialdad, vayamos a los hechos consumados del indicativo. ¿Bajará por la escalera o el ascnesor? ¿sSe fijará motu proprio en ella? ¿Tendrá que hacerle señas como un semáforo? Basta, piensa tratando de relajarse, por favor, pará, por favor, dejame en paz. Basta de palabras: un acto.

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