jueves, 20 de diciembre de 2012

Una madrugada de lluvia

La otra noche vi llover, vi gente correr, y no estabas tú...La línea de la canción basura escuchada en su niñez de boca de primas retrasadas tanto sexual como estéticamente vuelve a su memoria esta noche, en una mesa de La Academia, mientras las gotas rebotan sobre los capós de los coches cuyos dueños se aterrorizan cada tormenta de los desastres que una vez provocó y puede volver a provocar el granizo, que a Lisandro le gusta (su sonido contundente de catarata sólida). Lleva a su labios el vaso alto de cerveza y se limpia la espuma con el revés de la mano, sus ojos adquieren esa opacidad idiota que adoptan cuando está pensando. Mira de reojo hacia el costado, hacia el tronco caído en medio de un bosque que ostenta la tapa de la revista que compró ayer en una presentación en que se deprimió, tan mal está con el ambiente intelectual. Reportajes, literatura argentina del siglo XXI ( es un ritornello), Internet...Se detiene en esto último. Lee una nota y se siente tan afuera como con cualquier nota tecno. Lee otra, y sus cejas se alzan, un brillo de interés ocupa su mirada, su boca se entreabre y la punta de su lengua repasa el labio inferior mientras lee:

"Algunas películas recientes desarrollan personajes que pueden pasar perfectamente por dobles del artista pos relacional. Tenemos al depresivo adicto al sexo en Shame de Michael Fassbender, que se conecta con todas las mujeres de Nueva York mientras se hunde, simultáneamente, en experiencias crecientemente tormentosas de retiro y auto exilio narcisista. También tenemos a las parejas aceleradas de las casi idénticas comedias románticas del año pasado, Friends with Benefits y No Strings Attached, que se desapegan para conectarse de forma más eficiente, y construyen una especie de aplicación de pareja móvil adecuada a la atemporalidad de la interfaz metropolitana. Y está la escritora alcohólica de romances adolescentes encarnada por Charlize Theron en Young Adult que, cuando se anima a salir de su confinamiento de alto nivel en su casa oficina, descubre que las conexiones en la vida real han quedado fuera de su alcance: ella (o el mundo, o la adultez) ya ha pasado de largo. Todos estos casos involucran a profesionales exitosos exiliados en el medio de sus propias actividades hiper relacionales, que ya perdieron la capacidad de experimentar a los otros fuera de los términos banales y superficiales del perfil de usuario: solo pueden interactuar y redirigir datos como a través de una interfaz, ya sea en la cama o frente a la computadora."

Levanta  la vista hacia la ventana mojada, ve pasar un rostro veloz de mujer y trata de pensar en qué gente real conoce que responda a estas características. El bicho que describen estas palabras parece un personaje ficcional: demasiado coherente y sin salidas. Él mismo supo caer en depresiones fuera de todo entorno relacional (aunque la nota no utiliza el término en el mismo sentido); se veía entonces como un ser desahuciado, condenado a morir sobre el fino colchón de la cama individual que estaba usando en la casa de su madre, con la vista fija en la cubierta gris acero de la bombita que iluminaba sus piernas flacas y peludas y su slip de tres días. En esos meses, desayunaba y cenaba solo, salteándose el almuerzo y la merienda, mientras escuchaba en el living a su madre por teléfono: "¿Será la edad? Ay, no sé.." Sabiendo que nadie podría ayudarlo ya que no creía en Cristo, que ni exprimiéndose el cerebro tres noches seguidas se le ocurriría el modo de salir de esa casa a la intemperie salvaje donde esperaban para matarlo, que el suicidio, finalmente, estaba también fuera de su alcance por el asco que le daban sus restos sin alma manoseados por médicos y policías, creyó que estaba fuera del tiempo universal, en que los otros todavía seguían manifestándose, y que en el callejón sin salida donde estaba solo quedaba hacerse un ovillo y tratar de dormir. Pero de hecho había debutado , había trabajado y se había licenciado; la vida había continuado y continuaría. El sonido hueco de estas palabras en su intelecto lo achica un poco; ese optimismo vacuo siempre le repugnó, a pesar de observar que muchas personas lo encontraban útil. El autor de la nota se llama John Kelsey y es galerista, artista y escritor. Se propone buscar más datos sobre él. Vislumbra a un alma gemela.

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