miércoles, 21 de noviembre de 2012

Pareja paralela (III)

Desesperación, Europa ha muerto, estamos solos: este verso de Leroi Jones, leído hace siglos en una fotocopia, le da vueltas en la cabeza desde hace días. Es una verdad, o tiene el halo de una verdad. ¿Pero no es refutable cada uno de sus términos? Desesperación: enunciado por el poeta radical negro, este sentimiento lo portan, casi seguramente, los intelectuales y artistas o, en general, la gente esclarecida ideológicamente. Mirando alrededor, ¿se ven muchos sociólogos, historiadores, escritores, músicos, plásticos, en estado de desesperación? ¿No parece primar un sentimiento de plenitud en la nueva vuelta de tuerca que los fija al ser burgués? ¿No es conformidad el sentimiento y la actitud? Conformidad con que el peronismo presente nuevamente su rostro amigable. Conformidad con el modelo productivo. Conformidad con la puesta en práctica de algunos puntos del programa progresista enunciado desde los 80. No están dándose la cabeza contra la pared, no sienten que se ahogan, no manotean violáceos el aire. ¿Europa ha muerto? ¿Cuál Europa? ¿La grecoilustrada, la nacionalista, la romanobarroca, la modernista? Todas estas Europas están en el archivo cultural, con poca influencia sobre la vigente: la Europa del Capital. Esta Europa está por ahora en crisis; salga o no salga de ella, su único propósito es aumentar la prosperidad material. Vive con un signo euro al lado de cada ruina. Estamos solos: estamos acompañadísimos en la creciente de pueblos del tercer mundo que salen de la indigencia para entrar en la pobreza, o de la pobreza para entrar en la clase media universal. Acompañados por los vestigios de un crimen histórico, con sus sobrevivientes pertinaces y adustos. Acompañados por nuestros líderes, tan semejantes como distintos, dotados por una vez en la historia de astucia estratégica. Y sin embargo, Desesperación, Europa ha muerto, estamos solos, suena en la cabeza de Lisandro tan inexpugnable como un mandamiento bíblico. Muchas veces ha pensado continuar a partir de ese verso, contornear el globo llevado por la fuerza de esas palabras; pero no es poeta. Ahora, caminando por la primavera barrial, trata de conectar los nuevos containers para los residuos con una frase descriptiva y sugerente a la vez, pero es demasiado filósofo, el concepto se impone al significante. A propósito de nada, siente la obligación de llamar a Estela y saca el celular. Lo vuelve a guardar: en realidad no quiere oír la voz perennemente enfurruñada de Estela. Quiere seguir caminando hasta la cancha de Vélez. Quiere cantar a coro con su pueblo. No quiere repetirse: estamos, estoy solo. Desesperación...

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